La yuca, (mandioca, guacamota, casava o casabe), es una raíz almidonosa de alto valor alimenticio. Hay que considerar siempre que la presencia de elementos cianogénicos, como por ejemplo la linamarina en la raíz, hace que la misma sea inutilizable y venenosa en algunas variedades, por lo que siempre se recomienda debe cocinarse, para así también dar suavidad a su pulpa.
La yuca puede rallarse en crudo y luego ser utilizada en otras recetas, como budines, panes y las empanadas que hoy les comparto. O bien, una vez rallada se exprime, para extraer el jugo potencialmente tóxico, luego se pone a secar al sol u otro medio y se muele para obtener una harina fina y delicada, que también funciona en repostería o se ofrece como almidón. En la provincia de Limón se hacen tortillas de yuca cruda rallada, denominadas “bami” que también son una delicia (ver receta).
Haga un sofrito de especias y combine con la carne, dorando bien y sazone al gusto. Deje a un lado para seguir la receta.
Ralle la yuca pelada y cruda, en la parte fina del rallador o procesador. Ponga una olla o sartén, a fuego medio con ½ taza de agua y 1 cucharadita de sal. Cuando hierva, añada la yuca rallada y mueva. De inmediato se absorbe el agua y se forma una masa. Mueva en todo momento la masa, asegurándose que cambie de tono a un color no blanco, sino pálido en toda la mezcla. Eso le garantiza una primera cocción de la yuca.
Pase a un recipiente que tenga 1 cucharadita de aceite. Mezcle masa y aceite, y deje enfriar unos minutos. Manipule la masa con las manos, dando elasticidad y dividiendo la misma en bolitas muy pequeñas (unas 12 o 15).
Aplaste para formar círculos y coloque 1 cucharadita de carne como relleno. Doble y cierre en forma de media luna (puede ayudarse usando cuadros plásticos entre una tortillera o con utensilio de hacer empanadas). La elasticidad de esta pasta parece mágica. Sellar los bordes con un tenedor, le hará parecer estar trabajando con plasticina, por lo que será fácil y divertido. Fría las empanadas en aceite caliente, a dorar por ambos lados y escurra en papel servilleta para extraer el exceso de grasa.
Son perfectas para el tiempo de café, así frescas son crujientes y de un sabor muy liviano, que seguro pronto querrá repetir la experiencia.